Este es un blog en el cual plasmo mis ideas sobre diferentes temas, así como diferentes historias y relatos frutos de mi febril imaginación.
lunes, 19 de diciembre de 2011
El espejo
sábado, 10 de diciembre de 2011
Sin título
sábado, 12 de noviembre de 2011
¡El diablo me habló!
Todos los discursos de pseudo-evangelización empiezan con un ¡Dios me habló! pues a mí ¡El diablo me habló! No piensen que vino hasta mí en medio de una nube azufrada, vestido de negro, con esa figura, digamos diabólica, con que se le pinta siempre. Vino a mí y me habló en mi mente, en mi interior, pues así como Dios vive dentro de cada uno de nosotros, es normal que el diablo también viva dentro de cada uno de nosotros. Es casi como una decisión personal el dejarlo que rija y mande en nuestra vida. Vino al filo de la media noche, justo cuando más solo y vulnerable estaba. Sabía que no era parte de mi pensamiento porque era una voz diferente, una voz dulce y seductora, una voz que inundó cada uno de mis pensamientos. “Estoy feliz de que me puedas escuchar” dijo “Pero me tiene mucho más feliz que la gente no pueda diferenciar mi voz de la del buenazo que no puedo nombrar, pues la simple mención de su nombre me hiere como si fuera a morir. Dicen que hablan en nombre de Él, cuando en realidad lo que sale de su boca no es más que palabras que yo pongo en su boca, inspiradas por mí, su saliva se convierte en veneno, su labios en instrumentos diabólicos, su alma está en completo control mío. Dicen que hablan en nombre de Él, pero el mensaje no puede estar más alejado de él, pues es posesión mía. Dicen que Él les habla, se lo dicen a los demás, pero su mensaje está lleno de odio, de discriminación, de miedo, de ira, de venganza, de ignorancia, justo todo lo que soy yo.” Hubo un silencio durante el cual yo no sabía ni siquiera que pensar, cuantas veces no había oído yo esos mensajes, cuántas veces no había dudado de que de verdad fuera palabra divina lo que oía, y ahora ahí estaba la respuesta. “No escucho que me respondas, recuerda que puedo pensar, oír, ver y sentir lo mismo que tú, pero no podemos entablar un diálogo si no me contestar a vivo pensamiento, pues es muy diferente que lo pienses para ti, que lo pienses para mí, pero te daré más cosas en que pensar, así, tal vez te animas a contestarme. De su boca viene su condenación, bien dijo su hijo, que nada de lo que entra al cuerpo hace que un hombre se pierda, sino más bien lo que sale de su corazón. Su corazón lo domino yo.” Pero si es así, por qué hablan tan mal de ti, no se dan cuenta de que eres tú quien habla. Repliqué en mi mente, la vibración de mis pensamientos le llegó de inmediato, pues contesto sin chistar. “Ellos creen que están actuando bien, ellos creen que saben lo que dicen, ellos creen que es Él quien les da esos mensajes, pero crees que les mandaría odiar a sus propios hermanos de creación, crees que le mandaría infundir el miedo en ellos. Ellos son tal vez los peores, pues hasta sus intenciones son buenas, a veces lo que logran es bueno, pero por el método erróneo, bueno, erróneo para Él, el idóneo para mí. Logran que se alejen de mí por miedo, por el miedo a mí, a mi castigo eterno” Pero si lo que logran es bueno, por qué sigue siendo malo, no es cierto eso de que el fin justifica los medios, y si al final todo sale bien, no debería de importar como lo lograron. Contesté en un tris. “Claro, claro, pero qué tan buenas son sus intenciones. De verdad lo hacen para vencerme, o lo hacen por algo más. Bendigo el día en que inventaron el dinero, porque él corrompe todo, acaso no muchas personas con el afán de volverse más ricas lo usan a Él. Terminan también siendo parte de mis vasallos” Luego de eso ya no dijo nada, ni siquiera se despidió, me quede pensando en si alguna vez había sido como esos. Conocía a muchas personas que encajaban perfectamente en ese perfil. No sabía si responderle algo, o dejar la pequeña conversación hasta ese punto, mientras esperaba, un aletargamiento profundo se apoderó de mí, sentía mis parpados demasiado pesados y me quedé profundamente dormido.
viernes, 21 de octubre de 2011
Nonato
viernes, 16 de septiembre de 2011
El sueño múltiple y creador de dios
Era el final del día, y estaba tan cansado que apenas podía mantener abiertos los ojos. Pero era algo que le agradaba, ya que al sentirse así significaba que había hecho algo productivo durante el día y había sido bien aprovechado. Si no se sentía así, significaba que no había dado el cien por ciento de sí mismo, o al menos eso pensaba. Se recostó en su cama con toda la ropa puesta, ni siquiera tenía ganas de quitarse todo lo que tenía encima. Bostezando se quitó los zapatos sin ni siquiera desamarrárselos. Comenzó el ritual de todos los días, si no hacía eso no podía dormir. En su mente repasó todo el día que había pasado, era otra cosa que lo ayudaba a descansar, era como librar su mente de recuerdos desmadejándolos y volviéndolos parte del aire. Trataba de recordar cada detalle, pero muchos se le escapaban. Luego de eso se quitó el cinturón y lo arrojó al suelo, mañana en la mañana arreglaría el tiradero se dijo a sí mismo. Verificó que la hora de su reloj de mesa fuera la misma que la de su reloj de pulsera y la de su celular. Estaba un poco obsesionado con el tiempo, luego de presionar los botones de cada uno de los dispositivos para que sonaran en una oleada unísona de alarma escandalosas, se volvió a tirar en la cama. Con una mano se desabotonó la camisa, mientras trataba de recordar más detalles de su día, en ese justo momento trataba de recordar que había desayunado. Luego recordó la ruta tomada hasta el trabajo, la cara de cada una de las personas que se había topado en el camino, pero la de la mayoría se había vuelto un borrón, como si estuvieran pintados y alguien con un pañuelo las hubiera tratado de borrar.
domingo, 4 de septiembre de 2011
Nunca juzgues un libro por la portada
domingo, 12 de junio de 2011
Los Dioses
- ¿Qué desea? exclamó.
- Vengo de visita.
- Eso ya me lo podía imaginar, aquí por su voluntad solo vienen visitas, y a veces ni así.
- Bueno, entonces vengo a visitar a Ángela.
- Eso es diferente, pase adelante.
La mujer empezó a caminar hacia el interior de la casa, por momentos arrastraba los pies, como si estuviera muy cansada para seguir caminando. El pequeño jardín frontal apenas cobijaba un peral y unos rosales. Sacó un enorme llavero de su pantalón y abrió con agilidad una reja frente a la puerta. Luego abrió la puerta y le indicó que entrara, luego cerró de nuevo la puerta con la llave. En esa primera habitación solamente había un escritorio y un teléfono. Abrió una puerta lateral, y pasó por un estrecho pasadizo formado por la pared de la casa y el muro de la casa contigua. Al final llegaron al enorme jardín posterior, donde había muchos enfermos disfrutando del buen día. La mujer se acercó a una que parecía estar muy lúcida.
- Linda. Este hombre viene a visitarte.
- Gracias Cari.
- Luego de eso tomó otro rumbo y se alejó hacía otra área de la casa.
- Buenas Tardes. - Dijo la mujer. - Me imagino que te preguntarás por qué te mandé esa carta, y por qué estoy en este lugar.
- Si, digamos que eso es lo que me pregunto, solamente hágame un favor y no me tutee.
- Vamos, los viejos amigos siempre se tutean.
- Pero si yo ni la conozco. ¿Cómo vamos a ser viejos amigos?
- Nunca recuerdan, pase lo que pase nunca recuerdan. Por eso yo me vuelvo tan necesaria.
- ¿Nunca recuerdan quiénes?
- Todos ustedes, siempre debo contactarlos, bueno para algo soy una mensajera nata, o es innata. Bueno eso no importa. Lo importante es lo que pasará a partir de ahora.
- ¿Qué pasará a partir de ahora?
- Tranquilo. Déjame contarte algo. Si recuerdas tus clases de historia de la primaria, conocerás a todos los dioses griegos, romanos, tal vez a los hindúes, los nórdicos, mayas, aztecas, incas, etc., etc.
- Si, recuerdo un poco. ¿Cada uno tenía a cargo algo de la naturaleza?
- Si, vas muy bien, pero era algo más que solo la naturaleza, también aspectos de la vida de los seres humanos, la guerra, el amor, y demás.
- Lo que no entiendo, es que tiene que ver todo esto con nosotros dos, y por qué me has llamado.
- Bueno a eso voy, pero déjame continuar informándote. Todos creen que los dioses son los creadores de los seres humanos, y por eso tienen poder sobre ellos. Siempre los imaginan como seres preexistentes a la humanidad como la conocemos. Pero no saben que es al revés, los humanos deben de existir para que existan los dioses, pero no solo existir, deben de creer en ellos. Ahí es cuando entramos nosotros en el juego, hace muchísimos años, los griegos tenían a sus dioses, que luego pasaron a ser de los romanos con diferentes nombres, pero en esencia eran lo mismo. Ese fue un cambio raro para nosotros, la transición fue un caos, pero sobrevivimos. Ahora volvemos a nacer, luego de varios, varios cientos de años.
- Renacemos, acaso nos está llamando dioses.
- Exactamente.
- Ya sé porque la tienen en este lugar. Está completamente loca.
- En eso también estás en lo correcto, pero que me consideren loca, no significa que mi locura sea por algo falso. Puedo estar yo bien y todo el mundo mal.
- Eso sería algo muy difícil.
- Lástima que mis acciones no van más allá de ser una simple mensajera. Pero las tuyas propias te demostrarán quién eres en realidad. Quién fuiste antes, y quién eres ahora. La misma esencia, diferente persona. Hay algo que no varía mucho, nuestros nombres, o más bien lo que significan. El mío por ejemplo, significa mensajera, soy algo así como la versión femenina de Hermes. Bueno esta vez me tocó ser una chica, una loca y graciosa chica. Dime qué significa tu nombre, Zale.
- No sabía si contestarle o no, su madre se lo había dicho, como era posible, tal vez solo había buscado gente con ese nombre, tan poco común.
- Significa el poder del mar, bueno al menos eso me dijo mi madre.
- Ves. Aunque siempre me dicen, eso lo pudiste buscar en cualquier lado y luego buscarme a mí. Pues fíjate que no chico, simplemente viene a mi mente la dirección y el nombre a dónde mandar la carta. Por algo soy una mensajera divina. Por ejemplo aquí tengo la carta para un tal Denis, bueno no sé si es hombre o mujer, me podrías hacer el favor de dejarla en un buzón al salir de aquí. - Sacó un sobre con el nombre “Denis” escrito al frente, y una dirección debajo de ese nombre. - Pero sigamos hablando de ti, siempre has podido manipular el mar a tu antojo, bueno el agua en general. Tal vez no te habías dado cuenta de ello hasta ahora. Práctica en tu casa, si lo haces aquí tal vez alteres a mis compañeros. Espero verte luego, más bien se que vendrás.
- Solamente ¿Por qué ahora? Quiero decir, por qué luego de tanto tiempo volvemos a existir cómo dices tú.
- Porque la gente ha vuelto a creer en nosotros, bueno siempre hay gente que cree en nosotros, pero no las suficientes para volvernos a la vida, se necesita mucho poder mental y fe para reencarnarnos.
- Ya veo. Entonces me iré, solamente necesito a… esa mujer que me dejó entrar.
- Caridad. Sabes, ella también es una de nosotros, y nada menos que la diosa Afrodita.
- Pero ella no era la diosa del amor. Ella no refleja para nada eso.
- Porque no la has visto usándolo en todo su esplendor. Aparte el amor es un tanto cruel, justo como ella es.
Como si el pronunciar su nombre hiciera que ella apareciera, la tosca mujer se acercó a los dos, le indicó con la mano que lo siguiera, tomaron de nuevo el camino de regreso. Al salir de la casa y luego de abrirle la puerta, un enfermero se le acercó, ella cerró la puerta y lo dejó afuera sin decir una sola palabra. La alcanzó a oír del otro lado diciéndole al enfermero, dame un beso. No supo si se lo dio o no, pero si de verdad era la diosa del amor, muy probablemente si se lo dio.
domingo, 29 de mayo de 2011
Utopía
Luego de caminar un par de cuadras bajo el inclemente sol se cobijó bajo un balcón, debajo del cual se refugiaban muchas más personas buscando un poco de sombra. Podía escuchar la conversación de las chicas que se encontraban a su lado.
– Ya viste los deltoides de esa chica. – Dijo una de ellas en un susurro.
– Si, nunca me ha agradado la gente que los tiene de esa forma. – Contestó la otra en un suspiro.
– A mí tampoco, que bueno que nosotras no los tenemos así.
– Claro, aparte mira su labio, horrible, sinceramente horrible, yo ya me lo hubiera operado para que al menos pareciera de otra raza.
Se alejó de ahí, no quería seguir oyendo. Pero si todos somos iguales pensaba. ¿Cómo es la gente capaz de hacer diferencias y discriminar a los demás? Miró sus manos, eran exactamente iguales que las de cualquier persona alrededor suyo, sus brazos igual. Somos lo mismo debajo y esta gente no se da cuenta. Entró a un pequeño café, no veía diferencias entre toda la gente que estaba ahí dentro más que la ropa que llevaban puesta. Pero sin eso todos serían iguales, exactamente iguales, sutiles diferencias nos permitiría diferenciarlos uno del otro, pero eran exactamente lo mismo en esencia. ¿Cuál era el problema con esas chicas?
2.
Esa tarde estaba terminando de tomar una última taza de café. Ojeaba varios álbumes de fotos que habían pertenecido a su padre. Al fin y al cabo esa tarde no tenía nada mejor que hacer. Sonreía al ver a su padre con sus amigos, con sus padres, con su propia madre. Siempre que los miraba decidía armar uno con su familia, pero nunca lo hacía. Siguió ojeándolos, uno tras otro, sacándolos todos de la misma caja. Encontró uno viejísimo, la mayoría de las fotos era de su abuelo. En casi todas aparecía como un niño, en las últimas aparecía de adolescente. La ropa que se ponían en esa época era ridícula, quién en su sano juicio usaría unos pantalones así, tan pegados a la piel. Algo de una de las últimas fotos le inquietó. Había una chica, cuya piel era más oscura que la de los demás. Pero eso no era posible, qué clase de fenómeno era ella. Algún remanente de algún accidente nuclear tal vez. Pero nunca había visto algo así, no se podía ver nada a través de su piel, absolutamente nada. Su abuelo seguía vivo, tal vez pudiera responderle las múltiples preguntas que surgían en su mente. Recordó a las chicas de la mañana, como hubieran sido ellas con esa otra chica. Esa si era una diferencia marcable, de repente se imaginó un mundo con gente con piel de mil colores. La mente le daba vueltas.
3.
Tocó con delicadeza la puerta, su abuelo estaba adormitado en un sillón. Dio un pequeño respingo, y se acomodó los lentes con esa paciencia que solo los ancianos tienen. Le preguntó directamente
– ¿A qué vienes? Dudo que sea una simple visita, pues no traes a los niños.
– Es un poco más que una simple visita. Pero no es nada importante. Solo es una duda. ¿Quién es esta chica? – Dijo al tiempo que sacaba la ajada fotografía de uno de sus bolsillos, y le extendía la mano a su abuelo.
- Amelia. Ya me había olvidado de ella, era una amiga de tu abuela. Ella era tu abuela. – Agregó señalando a la chica junta a Amelia. – La mataron dos años después de que tomaron esa foto. Todo por rehusarse a convertirse.
– ¿La mataron? ¿No quiso convertirse? ¿En que rehusó convertirse?
– Acaso no ves. Rehusó convertirse en una de nosotros. Era una rebelde. Seguía pensando que el color de su piel era un orgullo. Loca que estaba, aunque muy linda por cierto, mirala. – Devolviéndole la foto.
– Entonces ella era así, su piel era así. Porque ella así lo quiso
– Exacto.
– No era un accidente, algo raro.
– Rara si era, pero… no podrás entender hasta que te cuente la historia completa.
– Cuéntamela
– No puedo, no podría hacerlo. Por lo menos no el día de hoy, tendría que haber alguien más aquí. Te llamaré cuando pueda venir, si es que puede y sigue viva.
– Esperaré tu llamada.
– Espera, déjame la foto, puede que me sirva.
– Le dio un último vistazo a Amelia y se la entregó.
4.
Había recibido la llamada dos días después, debía llegar el sábado. El día sábado, media hora antes de lo acordado, se encontraba de nuevo en la misma habitación. Había una mujer mucho más arrugada que su propio abuelo. Luego de saludar empezó la conversación.
– Ella es mi prima Laura. Ella trabajaba en el laboratorio de conversión. Ella te contará toda la historia desde el punto de vista científico.
– ¿Laboratorio de conversión? ¿Qué tanto debo saber para entender eso?
– Siempre preguntando, igual que tú.
– De alguien lo tenía que sacar.
– En fin. Todo empezó con el experimento de uno de tantos genetistas de los tiempos de mi padre. Logró modificar el gen que codificaba por la queratina en un ratón. Cómo resultado esta proteína era transparente. A diferencia de la existente en las células de todos los vertebrados de esa época. Como usaban ratones blancos en esos experimentos, que no contenían melanina, un pigmento presente en la piel de la mayoría de los seres existentes, pudieron darse cuenta de la anormalidad. Así que como resultado tenían un ratón con una piel muy parecida a la nuestra. Aunque no lo protegía de los rayos del sol, hizo falta muchos más experimentos para producir una proteína con propiedades protectoras y que también fuera transparente. Todo el mundo estaba pendiente de esos experimentos. Había muchos crímenes de odio referentes al color de la piel. Había gente discriminada por su raza. La gente quería que fuéramos todos iguales. Soñaban con la igualdad, decían el color separa, sin color seremos de verdad iguales. Ahora debían realizar modificaciones en seres vivos, y que fueran transmisibles a su descendencia. Eso era algo más fácil, bueno en esa época no lo era tanto, pero estaban bastante adelantados en ese campo. Luego de la primera camada de ratones sin piel ni cabellos visibles decidieron empezar con los humanos. El primero en realizarlo fue el científico que descubrió la primera proteína. Luego de eso también hubo grupos en contra, sobre todo grupos religiosos, pero esos siempre están en contra de todo. Algunos otros se negaba a renunciar a sus raíces culturales impresas en su piel. Pero la razón terminó ganándoles a todos. Al principio era muy difícil, el costo del proceso era muy elevado. Así que solo la gente con mucho dinero podía pagarse una conversión. Muy pronto fue visto como una condición de estatus alto. Fueron años de caos, hubo también crímenes contra esas personas. Al final con el desarrollo de la tecnología lograron abaratarlo un poco, pero se creó un fondo para que fuera accesible para todas las personas. Para ese momento ya había nacido el primer “niño converso” como lo llamaron en la prensa. Al final cuando yo trabajaba en el laboratorio de conversión, todo mundo podía acceder a una conversión a un precio muy bajo. Solamente quedaban los raros, los que querían seguir siendo distinguidos por el color de su piel.
– Amelia era una de ellas. – Dijo su abuelo. –El ser converso tenía sus ventajas, eras parte de la nueva masa, eras aceptado en todos lados. Aunque el dormir al principio era un dolor de cabeza. Aparte habíamos perdido el color del cabello, así que era extraño ver a todo mundo como si fueran calvos. Si tenías una herida era difícil al principio tratarlas, ahora esto les ha vuelto la vida más simple a los médicos. Llego el punto en el que fueron eliminados todos los que no habían sido conversos. Y todos éramos iguales. Decidieron ocultar el origen de esta nueva característica de la raza humana, pues pudo haber existido un nuevo loco, que nos pudiera regresar a nuestro estado anterior.
– Recuerdo haber leído las palabras de ese científico, nunca logré recordar su nombre. Pero él decía antes de completar su conversión. “Yo sueño con un mundo, en el que todos seamos iguales, que no haya diferencia por nuestro color de piel, simplemente seamos una única raza. Esa es mi utopía”.
miércoles, 18 de mayo de 2011
nonsense
sábado, 14 de mayo de 2011
Las hadas no existen
viernes, 8 de abril de 2011
La otra
En ese momento solo se oía la orina caer en el agua del inodoro, y el goteo del grifo mal cerrado. Cuando ya solo se oía el constante goteo del grifo, cortó un trozo de papel y se limpió como le había enseñado su madre, desde atrás, de adelante para atrás. Al menos eso si se lo había enseñado bien su madre. Tiró el trozo doblado y humedecido en la papelera. Había tantas cosas que no le había enseñado, cómo lidiar con esta situación con ejemplo. La culpa la llenaba por momentos, por otro se sentía justificada, otros simplemente no le daba importancia. Se levantó y se sintió desnuda de verdad, con pudor. Tomó una de las toallas del lugar y se envolvió en ella. Regresó a la cama, y se sentó en la orilla, las sábanas estaba revueltas, una almohada estaba en el suelo, sobre la otra descansaba la cabeza de él, y el esperaba medio adormitado, acostado boca abajo, desnudo también. Lo vio y suspiró, se despojó de la toalla, y se acostó junto a él. Con una mano jugó con sus cabellos. Con los ojos cerrados le dijo “¿Quieres que nos vayamos?” Al no oír respuesta abrió los ojos, y ella solamente asintió con un suave movimiento de la cabeza. Luego de vestirse cada quién por su cuenta salieron del lugar. Si el trayecto de ida era silencioso, el de regreso lo era mucho más. Luego de unos minutos estaba de nuevo en su casa. Sus orejas estaba rojas al despedirse, al ver alejarse el carro, suspiró con fuerza. Siempre sería la otra, y nada más.
jueves, 3 de marzo de 2011
A ciegas
lunes, 14 de febrero de 2011
Mini cuento
-¿Fue la primera vez?
-Y no será la última
Contestó.