jueves, 3 de marzo de 2011

A ciegas

Sentía todo lo que estaba a su alrededor, pero no podía ver nada. Sus labios tenían algo pegado a ellos. Estaba sentada sobre una silla bastante dura, el respaldo y el asiento los sentía rectos, probablemente de madera. Tenía las manos atadas sobre su regazo. Los pies también, pero estos estaban amarrados junto con las patas de la silla. Esa silla la sentía familiar, pero no sabía de dónde. Estaba desconcertada, lo último que recordaba era que iba a tomar una siesta luego de llegar a su casa de la universidad. Cada vez estaba más desesperada, se sentía enormemente vulnerable e insegura. Una lágrima salió de uno de sus ojos, pero fue rápidamente absorbida por la venda. Su respiración se aceleraba, trató de gritar pero no podía, respiraba cada vez con más fuerza. Levantó las manos, pero algo duro se interpuso en su camino. Había un tubo, o algo parecido de metal, y más madera. Se movió un poco a la derecha y tocó con su brazo un trozo de metal frio. Así que estaba en un escritorio, por eso reconocía la “silla”. Se tranquilizó un poco, y puso atención. Al no poder ver, aguzó el oído, estaba muy probablemente en el salón en el que recibía clases todos los días, sintió una pequeña corriente de aire. No oía nada, todo estaba en silencio, la amplitud del salón ayudaba a esa sensación. Sintió la presencia de alguien, tal vez solo era su imaginación, pues no podía oír nada. Movió sus manos y al tratar de bordear la paleta el trozo de cuerda que pendía de ellas se tensó. En un intento desesperado trató de incorporarse, oyó un susurro de ropa al moverse y una mano se puso con firmeza en su hombro y la obligó a volverse a sentar. Estaba cada vez más nerviosa y atemorizada, trató de gritar, pero sus gritos quedaban ahogados por la cinta. Sintió que se le acercaban al oído y le decían “shhhh”. Sintió la calidez del aliento de esa persona en su oreja. Se volvía a mover, le empezó a quitar la cinta de la boca, ella al sentirlo trató de nuevo de hablar. Se acercó de nuevo a su oído, pero esta vez tocó su cara con su mejilla, sintió los vellos de una barba de tres días, de nuevo le dijo “shhhh” y se alejó. Era un hombre quien estaba con ella, trató de imaginárselo pero solamente podía construir en su mente la imagen de una barba. Decidió tratar de no hablar. El hombre tomó de nuevo la cinta con sus dedos y la despegó poco a poco. Apretó con fuerza los labios para evitar que se le escapara un grito. Sintió que se le acercaba de nuevo, sintió la barba sobre sus labios, y la empezó a besar. Le tomó la cara con las manos, pero ella apretaba con más fuerza sus labios, empezó a sentir sabor a sangre dentro de su boca. Movía su cabeza con frenesí, logró despegarse de esos labios. Se sintió un poco aletargada, y cayó dormida luego de un par de minutos de batalla con el adormecimiento. Al despertar estaba en su cama, el despertador estaba sonando. Lo apagó. No sabía si todo había sido un sueño, pues todo había sido demasiado real, aparte sentía todavía la sangre en su boca. Luego de arreglar todo lo necesario, decidió fijarse en todos sus compañeros, y ver cuál de ellos usaba barba.