domingo, 12 de junio de 2011

Los Dioses

Faltaba diez minutos para las diez. Estaba justo a tiempo para la cita. Sacó por centésima vez el trozo de papel arrugado en el que había escrito la dirección. La comparó por última vez, no esperaba una institución mental. Esperaba una casa cualquiera, no un manicomio, tocó el timbre y esperó. El timbre era de esos escandalosos, que parece más timbre de tiovivo de feria. Recordó cuando llegó la carta de esa mujer llamada Ángela, solamente lo citaba por motivos confidenciales en ese lugar. Decidió no llevar la carta y dejarla a la vista en su propia habitación, en caso le pasara algo. Era muy paranoico en ese sentido. Escuchó unos pasos, trató de ver a quien se acercaba a través del seto que cubría la alta reja, pero era demasiado frondoso. Le abrieron la puerta, una mujer de edad madura hizo un escrutinio con la mirada.

- ¿Qué desea? exclamó.
- Vengo de visita.
- Eso ya me lo podía imaginar, aquí por su voluntad solo vienen visitas, y a veces ni así.
- Bueno, entonces vengo a visitar a Ángela.
- Eso es diferente, pase adelante.

La mujer empezó a caminar hacia el interior de la casa, por momentos arrastraba los pies, como si estuviera muy cansada para seguir caminando. El pequeño jardín frontal apenas cobijaba un peral y unos rosales. Sacó un enorme llavero de su pantalón y abrió con agilidad una reja frente a la puerta. Luego abrió la puerta y le indicó que entrara, luego cerró de nuevo la puerta con la llave. En esa primera habitación solamente había un escritorio y un teléfono. Abrió una puerta lateral, y pasó por un estrecho pasadizo formado por la pared de la casa y el muro de la casa contigua. Al final llegaron al enorme jardín posterior, donde había muchos enfermos disfrutando del buen día. La mujer se acercó a una que parecía estar muy lúcida.

- Linda. Este hombre viene a visitarte.
- Gracias Cari.
- Luego de eso tomó otro rumbo y se alejó hacía otra área de la casa.
- Buenas Tardes. - Dijo la mujer. - Me imagino que te preguntarás por qué te mandé esa carta, y por qué estoy en este lugar.
- Si, digamos que eso es lo que me pregunto, solamente hágame un favor y no me tutee.
- Vamos, los viejos amigos siempre se tutean.
- Pero si yo ni la conozco. ¿Cómo vamos a ser viejos amigos?
- Nunca recuerdan, pase lo que pase nunca recuerdan. Por eso yo me vuelvo tan necesaria.
- ¿Nunca recuerdan quiénes?
- Todos ustedes, siempre debo contactarlos, bueno para algo soy una mensajera nata, o es innata. Bueno eso no importa. Lo importante es lo que pasará a partir de ahora.
- ¿Qué pasará a partir de ahora?
- Tranquilo. Déjame contarte algo. Si recuerdas tus clases de historia de la primaria, conocerás a todos los dioses griegos, romanos, tal vez a los hindúes, los nórdicos, mayas, aztecas, incas, etc., etc.
- Si, recuerdo un poco. ¿Cada uno tenía a cargo algo de la naturaleza?
- Si, vas muy bien, pero era algo más que solo la naturaleza, también aspectos de la vida de los seres humanos, la guerra, el amor, y demás.
- Lo que no entiendo, es que tiene que ver todo esto con nosotros dos, y por qué me has llamado.
- Bueno a eso voy, pero déjame continuar informándote. Todos creen que los dioses son los creadores de los seres humanos, y por eso tienen poder sobre ellos. Siempre los imaginan como seres preexistentes a la humanidad como la conocemos. Pero no saben que es al revés, los humanos deben de existir para que existan los dioses, pero no solo existir, deben de creer en ellos. Ahí es cuando entramos nosotros en el juego, hace muchísimos años, los griegos tenían a sus dioses, que luego pasaron a ser de los romanos con diferentes nombres, pero en esencia eran lo mismo. Ese fue un cambio raro para nosotros, la transición fue un caos, pero sobrevivimos. Ahora volvemos a nacer, luego de varios, varios cientos de años.
- Renacemos, acaso nos está llamando dioses.
- Exactamente.
- Ya sé porque la tienen en este lugar. Está completamente loca.
- En eso también estás en lo correcto, pero que me consideren loca, no significa que mi locura sea por algo falso. Puedo estar yo bien y todo el mundo mal.
- Eso sería algo muy difícil.
- Lástima que mis acciones no van más allá de ser una simple mensajera. Pero las tuyas propias te demostrarán quién eres en realidad. Quién fuiste antes, y quién eres ahora. La misma esencia, diferente persona. Hay algo que no varía mucho, nuestros nombres, o más bien lo que significan. El mío por ejemplo, significa mensajera, soy algo así como la versión femenina de Hermes. Bueno esta vez me tocó ser una chica, una loca y graciosa chica. Dime qué significa tu nombre, Zale.
- No sabía si contestarle o no, su madre se lo había dicho, como era posible, tal vez solo había buscado gente con ese nombre, tan poco común.
- Significa el poder del mar, bueno al menos eso me dijo mi madre.
- Ves. Aunque siempre me dicen, eso lo pudiste buscar en cualquier lado y luego buscarme a mí. Pues fíjate que no chico, simplemente viene a mi mente la dirección y el nombre a dónde mandar la carta. Por algo soy una mensajera divina. Por ejemplo aquí tengo la carta para un tal Denis, bueno no sé si es hombre o mujer, me podrías hacer el favor de dejarla en un buzón al salir de aquí. - Sacó un sobre con el nombre “Denis” escrito al frente, y una dirección debajo de ese nombre. - Pero sigamos hablando de ti, siempre has podido manipular el mar a tu antojo, bueno el agua en general. Tal vez no te habías dado cuenta de ello hasta ahora. Práctica en tu casa, si lo haces aquí tal vez alteres a mis compañeros. Espero verte luego, más bien se que vendrás.
- Solamente ¿Por qué ahora? Quiero decir, por qué luego de tanto tiempo volvemos a existir cómo dices tú.
- Porque la gente ha vuelto a creer en nosotros, bueno siempre hay gente que cree en nosotros, pero no las suficientes para volvernos a la vida, se necesita mucho poder mental y fe para reencarnarnos.
- Ya veo. Entonces me iré, solamente necesito a… esa mujer que me dejó entrar.
- Caridad. Sabes, ella también es una de nosotros, y nada menos que la diosa Afrodita.
- Pero ella no era la diosa del amor. Ella no refleja para nada eso.
- Porque no la has visto usándolo en todo su esplendor. Aparte el amor es un tanto cruel, justo como ella es.

Como si el pronunciar su nombre hiciera que ella apareciera, la tosca mujer se acercó a los dos, le indicó con la mano que lo siguiera, tomaron de nuevo el camino de regreso. Al salir de la casa y luego de abrirle la puerta, un enfermero se le acercó, ella cerró la puerta y lo dejó afuera sin decir una sola palabra. La alcanzó a oír del otro lado diciéndole al enfermero, dame un beso. No supo si se lo dio o no, pero si de verdad era la diosa del amor, muy probablemente si se lo dio.