lunes, 14 de febrero de 2011

Mini cuento

Preguntó:
-¿Fue la primera vez?
-Y no será la última
Contestó.

jueves, 10 de febrero de 2011

En el lomo de un dragón

Una vez soñé que estando de pie, en una pradera, podríamos decirle. Era una gran extensión de terreno, con pasto y demás hierbajos cubriéndolo. Parches de flores pequeñas y blancas salpicaban el lugar. Al fondo se encontraba una montaña, era un paisaje idílico, como suele suceder en los sueños. Una luz tenue llenaba el lugar, frente a mi apareció un dragón, como los pintan en oriente, de color verde, con su rostro, si pudiera llamarlos rostro, de color amarillo ocre, donde terminaban las escamas. Sus largos bigotes caían con suavidad. Me miró a los ojos, el color miel de sus pupilas me desconcertó por un momento. Agacho la cabeza y cruzó hacia la derecha dejando frente a mí un costado de su lomo, entendí inmediatamente que debía subir. Al nivel de mis pies había quedado una sus patas, lo tomé como un estribo. Luego de colocar un pie, hice presión. Al ver que no se inmutó. Con las manos trepé por las duras escamas, y con el pie tomé impulso, logre subirme medio a horcajadas y me senté. Sentí el suave movimiento con el que empezamos a desplazarnos, aunque poco a poco iba tomando aceleración, e iba subiendo. No había nada a que agarrarme así que me acosté y abracé al dragón, con la cabeza viendo hacía arriba. Veía como se acercaba a las nubes, hasta que las atravesó, cada vez tomaba más velocidad o al menos yo así lo sentía. El sol resplandecía y las nubes estaban debajo de nosotros. Logré ver cuando el último trozo de la cola atravesó las nubes. Poco a poco aminoró la marcha, levanté de nuevo la mirada y vi un gran lienzo de tela, o al menos así se miraba en mi conciencia humana. El dragón empezó a desplazarse hasta estar debajo del enorme lienzo, donde todo era tinieblas, paró en el centro, así lo miraba pues los bordes se encontraba a la misma distancia, tal vez era el centro exacto. Levantó la cabeza, como quien espera la lluvia del cielo, yo hice lo mismo. Un punto pequeño de luz apareció sobre mí, poco a poco se fue volviendo más y más grande, trepé por el lomo con celeridad. Llegué a la cabeza del dragón, ahí me paré y miré directamente la luz que cada vez me alumbraba más y llenaba de luz el espacio oscuro que formaba el lienzo. El dragón empezó a subir por el agujero, que en ese momento tenía el diámetro suficiente como para dejarnos pasar a los dos. Atravesé el agujero, había demasiada luz en ese lugar. Emanaba de todos lados, de arriba, de abajo, de los lados, venía hacía mí y salía de mí, del dragón mismo también. Entonces oí una voz que dijo “Todos los seres humanos viven debajo de un velo, el cual no les permite ver todo lo que son, todo de lo que son parte, y menos todo lo que pueden llegar a ser”. La voz venía de la misma manera que la luz, de todas partes, inclusive la podía oír dentro de mí, como parte de mis pensamientos. “Tal vez en algún momento de su vida logren abrir un pequeño agujero en ese lienzo, y una pequeña parte los logre iluminar, y llenar su vida de felicidad, pero no ven lo que hay arriba. Ten en cuenta, Dios es parte de ti, tanto como tú eres parte de Dios”. Justo en ese momento el despertador sonó, la luz se disipó y abrí los ojos. El sol empezaba a iluminar mi habitación, y un sueño había iluminado mi alma.